Etiquetas

miércoles, 28 de julio de 2010



La psicología educativa no es un tema nuevo, desde principios del Siglo XX, investigadores y científicos (Thorndike 1906) iniciaban una era de planteamientos que revolucionarían el concepto de educación, y empezarían a interrelacionar la educación con la psicología.
Al hablar de enseñanza “nos referimos a la construcción de un determinado entorno para el aprendiz por parte del profesor que pretende fomentar los cambios en el conocimiento y aprendizaje del alumno” 1
Es por ello, que cada profesor que está frente a un grupo, el único fin que debe de perseguir es lograr un cambio significativo en cada uno de sus alumnos, pero no cualquier cambio, sino uno que vaya acompañado de resultados satisfactorios en la modificación de la conducta y los conocimientos de sus jóvenes.
Y de aquí surgen un sin número de preguntas que llevan al profesor a la reflexión acerca de tan importante papel que tiene frente al grupo de jóvenes, al cual debe cautivar con sus conocimientos, capturar su atención y captar su disposición al trabajo y cooperación para llevar a cabo cada una de las actividades de aprendizaje planteadas por él mismo.
Sin duda, no es una tarea fácil, y es por ello que innumerable investigadores y científicos se han volcado al estudio minucioso del comportamiento del ser humano frente a los procesos educativos. Y luego surge aquellos planteamientos cognitivos versus conductistas en la psicología educativa. Esta definición plantea “la cuestión de qué es lo que aprenden los alumnos (un cambio de comportamiento o un cambio de cognitivo) y señala la clásica tirantez entre los acercamientos cognitivos y los conductistas” 2
De acuerdo a la ilustraciones que plantea Mayer (que se observan , son éstos los factores que pueden intervenir en el proceso de enseñanza-aprendizaje.
Entiende a las manipulaciones instruccionales, como la secuencia de eventos ambientales, incluyendo el comportamiento del profesor; mientras que las características del alumno o aprendiz, es el conocimiento adquirido por éste, e incluye factores como la memoria del alumno, la capacidad y el modo de representación de su memoria.
Como también se sabe, el proceso de aprendizaje, no es más que la manera en que el estudiante selecciona, organiza e integra la nueva información, con la que ya tiene. Y de ahí se desprenden los cambios cognitivos, es decir, cambios en su estructura mental. Sin duda, los resultados académicos incide directamente en la conducta del alumno. Pero en realidad, ambas posturas se complementan. Es un hecho, que con cada materia que toma en su formación profesional, adquiere conocimientos en el área cognitiva y cambia su estructura mental; y también se modifican conductas que lo llevan a tomar otro tipo de decisiones y a ampliar su panorama en varios sentidos de su vida.
Es innegable que se deben de tomar en cuenta las características del estudiante para llevar a cabo el proceso de enseñanza-aprendizaje con resultados satisfactorios.
De ahí también la importancia de que cada profesor antes de iniciar su cátedra debe conocer bien a su grupo, tanto colectiva como individualmente. Y para ello, hay diversos métodos que se pueden seguir, y una vez que se obtengan los resultados se plantearán las estrategias de enseñanza-aprendizaje.
Es por todo ello, que los profesores de nivel superior deben conocer bien a cada alumno, y tratar de homogenizar sus estrategias de aprendizaje para que el proceso de adquisición de conocimiento. A veces no es muy conveniente etiquetar a los alumnos según observemos su comportamiento y rendimiento, y dejarlos ahí sólo porque ya se les puso un estigma que los dejará así por el resto del curso.
Aquí lo más conveniente es que, cuando ya se tienen detectadas las áreas de oportunidad del grupo y del individuo, se refuercen esos aspectos con métodos de trabajo que les permitan a los alumnos obtener un aprendizaje significativo.
Al respecto Mayer sugiere que “para la instrucción se deben cumplir tres condiciones internas principales para promover el aprendizaje significativo: debe ayudar al alumno a seleccionar la información relevante, a organizar la información, y a integrar la información” 3
Y precisamente con éste concepto que plantea éste autor, se relaciona mucho el paradigma del constructivismo, que propone estrategias instruccionales encaminadas a motivar a los alumnos a construir sus propios conocimientos y a comprender su entorno de manera activa.
También cabe señalar que de acuerdo a la perspectiva constructivista, “los maestros no deben de tratar simplemente de vaciar información en la mente de los niños, sino que ellos deben de ser motivados a explorar su mundo, a descubrir los conocimientos a reflexionar y a pensar de manera crítica”.4
Es de ahí que surge la relación entre el constructivismo y el aprendizaje significativo, de los cuales emerge la idea de concebir al alumno de nivel superior como alguien capaz de generar nuevos conocimientos, de reflexionar en la problemática que le rodea y que sea capaz de asumir una postura crítica ante su entorno.
En conclusión, el profesor debe propiciar ambientes de aprendizaje que sirvan para desarrollar en el alumno un aprendizaje significativo.
Debe además, hacer uso de las nuevas tecnologías para captar la atención de sus alumnos; debe también estudiar de forma colectiva e individual a sus pupilos, y guiarlos por senderos que le permitan al alumno desarrollar su capacidad crítica y de construcción de nuevos conocimientos; para que los egresados a nivel profesional sean verdaderamente capaces de responder a las demandas del mercado.

1. Mayer, Richard E,; “Psicología de la educación”; Ed. Pearson; 2002; pp 4
2. Ibídem
3 Ibídem
4 Santrock, W. John; Psicología de la Educación; Ed. McGraw Hill; (2006); pp. 8

No hay comentarios:

Publicar un comentario